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Vendimia: en el último trago nos vamos

Vendimia: en el último trago nos vamos
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Esta es la Fiesta de Mendoza, para disfrutar como sea.

Les digo que no estamos todo el fin de semana borrachos. Que estamos en estado “Vendimia”, lo que no significa que la curda sea nuestra insignia… “Hola, estoy pasado de Malbec, feliz Vendimia para todos…”. No. No es así. Es la fiesta del vino. El vino en grandes cantidades nos saca de órbita. Y ahora, hoy, en este momento, la Vendimia es nuestra órbita más importante. Es nuestro estado de gracia. Mendoza es igual a “Vino”. Y “Vino” es Vendimia. No borrachera. Vendimia. Y punto.

Es como estar afuera de los límites cuyanos y que te encaren con la frase “¿Mendocino? Entonces vos elegís el vino”. Puede que sea una mínima obligación de nosotros saber algo de nuestra hermosa sangre de la tierra. El componente más notable de la dieta mediterránea, para muchos, es cosa celestial. Y casi exclusivamente nuestra. ¿Está bien? Y sí, nos hemos ganado el lugar. Ahora hay que revalidarlo vendimia tras vendimia, en la cara de todos los que quieren mirar y probar (o catar).

Y siempre, en boca de todos, el líquido resultante de la fermentación alcohólica, total o parcial, del zumo de uvas, sin adición de ninguna sustancia. ¿Qué cosa? El vino. Leí una vez por ahí que “griegos y romanos lo atribuían a la divinidad, por ser sublime, soberbio, excelente, muy bueno o bueno. El vino es bueno, como los santos o los dioses. No hay vino malo: eso no es vino”. Y seguro que de griegos y romanos (o alguna otra rama originaria) salieron esos incansables refranes que empiezan a decirte cada vez que vas a un lugar y te identifican con la bebida obtenida mediante la fermentación alcohólica del zumo de la uva. “El que al vino le echa agua, de dos cosas buenas hace una mala” me guiñó una vez una señora. “Si quieres vivir sano bebe vino, o bien solo o con tu paisano” dijo un urbano con ganas de rozar el campo. “Si al mundo vino y no toma vino entonces ¿a que vino?” como sacado de la tribuna. “Le dijo el mosquito a la rana: más vale morir en el vino que vivir en el agua” podría ser de un borracho justificado. “Si el mar fuera vino, todo el mundo sería marino” ese que no quiere dejar el tubo afuera de la mesa. “Castellano fino: al pan, pan y al vino, vino” es el complemento clásico para ponernos en órbita. “El buen vino no merece probarlo quien no sabe saborearlo” podría decirte cualquier mendocino que quiere defender lo suyo.

¿Qué pasaría si la Vendimia no se celebrase en Mendoza? ¿Se le daría tanta bola a la uva, la vid, el viñatero y el vino si fuese otra provincia la encargada del fiestón? ¿Se habría desvirtuado la bebida espirituosa y se la habría cambiado por alguna otra? ¿Y los disfraces? ¿Y las reinas? ¿Y el Carrusel y la Vía Blanca? ¿Y el Frank Romero Day? Por ejemplo, los cordobeses del vino ni hablarían, existiría la reina del ferné, las “guasas” irían encarabanadas en los carros, mezclando la proporción con coca. En Buenos Aires las Reinas irían con tangas diminutas en los carros, haciendo lo posible por hacer más escándalo para ver quien sería la próxima del “Bailando”, tratando de generar escandaletes baratos para los periodistas de amarillo, y saldrían todo el día en la tele intentando algo con algún futbolista. En Entre Ríos las soberanas y su séquito irían con concheros y plumas, todas quemadas al ritmo de alguna melodía carioca, lleno de musculosos chivados entre carro y carro, una fiesta descontrolada y muy pero muy agitada y húmeda. Vino sería lo que menos se tomaría, ya que las gargantas pedirían a gritos cerveza o bebidas con mucho hielo. En Salta los carros serían reemplazados por llamas, guanacos, burros, y las reinas lucirían ponchos coloridos y chupallas de totora. La chicha sería la bebida predilecta y del vino ni se hablaría. Y en la provincia de la bota, las Santafesinas se matarían a palos con las Rosarinas, entonces habría dos fiestas, una para Rosario y otra para el resto de Santa Fe. La música de la fiesta por supuesto que sería electrónica, bien partuzera y kilombera para Rosario, y folclórica y regional para Santa Fe. Se tomaría cerveza (y muchísima) a morir, ya que en Santa Fe no saben que existe el vino…

La Vendimia es así. Con esa “Vía Blanca de las Reinas” y la fantasía que ilumina a todas las soberanas. El Carrusel y los locutores con “los carruajes junto a un desfile colorido que une nuestra tradición a la belleza de las soberanas”. El Frank Romero Day es “la fiesta máxima de los mendocinos”, o “la fiesta mayor”, también “la fiesta grande”. Es un poco de “tradiciones, creencias, mitos y costumbres”, es “nuestra música, nuestra poesía, las comidas, las supersticiones”. La Capital internacional del vino y “nuestra carta de presentación al mundo”. Las Reinas con su “porte o cara de reina”, son majestades con “ojos color del tiempo”. Esta es la fiesta. Y la vamos a disfrutar completa. En el último trago nos vamos…

Por Martín Lubowiecki

Ilustración Mariano Ruzsaj

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