Si uno empieza a hacer un ranking a la ligera de los temas musicales que más sentimiento despiertan en los argentinos, seguramente estará en la cima el Himno Nacional Argentino.
Es la canción patria por excelencia y uno de los grandes símbolos argentos de nuestro país.
Este 11 de mayo la creación de Vicente López y Planes (letra) y Blas Parera (música) cumple 210 años.
La historia cuenta que la Asamblea Constituyente de 1813 declaró -un 11 de mayo- al himno como la marcha patriótica para ser cantada en los actos públicos.
De hecho, su nombre mutó y de ser “Canción patriótica nacional” pasó a llamarse Himno Nacional Argentino en 1847.
La carga emotiva que tiene trasciende las fronteras y vaya paradoja se ha transformado con el correr de los años en nuestro “grito sagrado”.
Para muestra sobra un botón, con lo que ocurrió -sobre todo- en el último Mundial de fútbol de Qatar.
Cada entonación estuvo cargada de una pertenencia a un lugar, a una comunidad, a la patria misma.
Nuestro himno no solamente se escucha en eventos deportivos, sino también en actos, en manifestaciones/protestas, en eventos protocolares, por nombrar algunos.
Junto con la bandera y la camiseta argentina, el himno es uno de los símbolos nacionales en cualquier parte del mundo.
ALGUNAS VERSIONES
Si bien hace varios años atrás algunos desataron controversia, varios artistas nacionales fueron realizando distintas versiones de nuestra canción patria.
Quizás la que más polémica generó, insisto solo en su momento, fue la de Charly García.
El referente del rock nacional movió el tablero con su toque particular sobre la creación de López y Planes y Parera.
La canción fue incluida en “Filosofía barata y zapatos de goma” .
Sin seguir el orden cronológico también hicieron su versión del himno Mercedes Sosa, Jairo, Soledad, Los Piojos/Ciro y Los Persas, Fito Páez, Los Tekis, Jairo, la Orquesta Sinfónica Nacional con Horacio Lavandera y Elena Roger y hasta la Mona Jimenez, por nombrar algunos.
Nosotros nos quedamos con el que hizo Ricardo Mollo junto a la Orquesta Filarmónica de Mendoza.
Por Ernesto Ramos