Las obras musicales y su última canción. ¿La eligieron especialmente para que estuviera ahí?
Los discos son esa forma de agrupar la música en un puñado de canciones, de obras, ahora adaptable al más invisible formato. Ya no es solamente el objeto redondo de vinilo o compacto, el envase de cinta, el pequeño dispositivo enchufable. Ahora está también en “la nube”. Pero sigue siendo un disco.
“Siempre me llamó la atención cómo una obra termina (o se abandona) y qué pone el músico o el productor al final de una hilera de canciones. En definitiva, me atrae cómo esa obra me devuelve a mi vida y a mi entorno sonoro” destaca el músico y productor argentino Diego Vainer en una interesante interpretación que hizo al respecto, y que fue publicada en el diario Página 12 en 2018. La elegida en esa oportunidad fue “Ohm Sweet Ohm” la canción que cierra Radio-Activity (o Radio-Aktivität en su versión en alemán) de Kraftwerk.
Y acá, algunos ejemplos: el siempre moderno “Tomorrow Never Knows” de The Beatles cerrando Revolver, los “juguetones” fade-ins y fade outs de “Some Girls Are Bigger Than Others” de The Queen is Dead de The Smiths, la elegancia retenida de “Flamenco Sketches” cerrando Kind of Blue de Miles Davis, la intimidad mediática de “Las Habladurías del Mundo” del Flaco Spinetta bajo el nombre de Pescado Rabioso en Artaud, el “Himno Nacional Argentino” de Charly García, los Guns N’ Roses y su extraño homenaje a ¡Charles Manson!
En el incierto arte de la última canción del disco hay cierta tendencia: no destinar ese espacio al hit, guardar un golpe emocional para equilibrar la obra, resumir toda una idea en el final, retirarse por la puerta grande…
Ahora, en esto tiempos de consumo aleatorio, ¿tiene sentido hacer foco en la última pieza de una obra musical? ¿Es sólo una cuestión generacional? ¿O es eso de aprender a consumir, de usar el “paladar”?
Acá hay de todo, para escuchar hasta el final.
Por Martín Lubowiecki @martinlubo